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12 SECRETOS Y CURIOSIDADES DE LA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN DE SAN SEBASTIÁN. EL CORAZÓN DE LA PARTE VIEJA DONOSTIARRA.
La plaza de la Constitución de Donostia, o «la Consti«, como es conocida popularmente, es uno de los rincones más queridos por los y las donostiarras.
No en vano, aquí se celebra y se da comienzo a la fiesta más deseada por los habitantes de la ciudad, la tamborrada.
Durante todo el año, no son pocos los que esperan impacientes a que llegue la medianoche del día 19 de enero y el tambor mayor empiece a dirigir la «marcha de San Sebastián«. Pero además, la plaza de la Constitución, es una de las plazas más antiguas de San Sebastián, por lo que guarda multitud de secretos y curiosidades entre sus numerosos arcos. Estos son sólo diez de ellos:
1. La «vieja» Plaza Nueva.
Cuando San Sebastián, se limitaba a una ciudad cercada por las murallas, solamente contaba con dos plazas importantes. La Plaza Vieja estaba junto a la entrada principal de las murallas, más o menos donde hoy día se encuentra el quiosco del «Bule». La otra, llamada Plaza Nueva, fue inaugurada en 1723 con una corrida de toros y según la descripción hecha en 1761 por J. Ordóñez: «es tan grande como la de Madrid, Valladolid y Pamplona«.
La construcción de la plaza costó 1.016.619 reales y la casa concejil (el ayuntamiento) 40.000 pesos. A fin de costear una parte de este gran desembolso, el ayuntamiento obligó a los vendedores al por menor que de normal vendían sus mercancías por la calle, a colocar sus puestos en la nueva plaza, pagando sus correspondientes impuestos por ello, claro está.
2. La guillotina de la Plaza Nueva.
A lo largo de sus siglos de vida, la plaza de la Constitución ha visto de todo. Desde las celebraciones y alegrías de los y las donostiarras, hasta catástrofes como el estallido del polvorín del castillo o el incendio y destrucción de la ciudad por las tropas anglo-portuguesas en 1813.
Sin embargo, estoy seguro de que uno de los acontecimientos más inusuales aquí sucedidos, fue el ocurrido durante la ocupación de la ciudad por parte del ejército convencional francés ( la Convención Nacional fue la institución que surgió en Francia a raíz de la Revolución francesa).
Los soldados franceses, entraron en Donostia sin casi oposición, lo que levantó las suspicacias en el resto del país, y además, trajeron con ellos una guillotina.
Otras diez curiosidades y secretos históricos de Donostia-San Sebastián
Como es lógico, no trajeron la guillotina solo para pasearla y enseñarsela a los habitantes de la ciudad, si no que la instalaron en el centro de la Plaza Nueva, convirtiéndola en una especie de plaza de la Concorde, y quitando los dolores de cabeza para siempre a un emigrado francés y un sacerdote, ante el horror y el asombro de los habitantes de San Sebastián.
3. La destrucción de la Plaza Nueva.
El 31 de agosto de 1813, después de cincuenta y dos días de asedio, las tropas del duque de Wellington lograron abrir una brecha en las murallas de San Sebastián, y poner en fuga a los franceses hacía el castillo de la Mota.
Las tropas anglo-portuguesas, en vez de perseguir a los soldados enemigos, se dedicaron a cometer todo tipo de tropelías en los habitantes de la ciudad, y no contentos con todo el dolor que estaban causando a la población civil, dieron fuego a la mayoría de casas de la ciudad.
El resultado fue una de las páginas más oscuras de la historia de nuestra ciudad.
Según manifestaron los propios vecinos de Donosti:
«La más de las casas que acompañaban a esta desdichada ciudad, eran de tres altos, muchas subtuosísimas y casi todas muy costosas. La consistorial era magnífica, lindísima la Plaza Nueva, y ahora causa horror su vista. Ruinas, escombros, balcones que cuelgan, piedras que desencadenan, paredes al desplomarse, he aquí lo que resta de una Plaza de comercio que vivificaba a todo el País Comarcano.»
En el incendio, quedaron destruidos los veinticinco edificios que circunvalaban la Plaza Nueva y la Casa Concejil.
Sin embargo, aunque el ayuntamiento hizo un gran esfuerzo para reconstruir la plaza, los fondos no llegaban, por lo que se hubo de recurrir a una suscripción pública para conseguir los 53.000 reales que faltaban para su construcción.
Finalmente, se pudo inaugurar la nueva plaza el 16 de agosto de 1817, lanzándose fuegos artificiales (como vemos la afición de esta ciudad a los fuegos de artificio viene de lejos) y con danzas y bailes.
4. ¿Sabías que los restos de los edificios de la Plaza Nueva descansan bajo la actual plaza de la Constitución?
Para evitar los problemas causados por las lluvias (Pedro Manuel Ugartemendua, el arquitecto encargado de la reconstrucción de la ciudad después del incendio de 1813, dejó constancia de que la Plaza Nueva, estaba algo deprimida respecto a las calles de su entorno, lo que propiciaba que las aguas de lluvia corrieran hacía el centro de la plaza, formando lagunas de aguas sucias en ella), se estableció que la altura de la nueva plaza fuese más elevada que la anterior.
Para conseguir esto, se utilizaron los restos de las casas derruidas por el incendio, como escombro para cimentar la nueva plaza y evitar su hundimiento natural. Así que cuando paseamos por la plaza de la Constitución, estamos pisando sobre los restos de la antigua San Sebastián.
5. Viva la Pepa.
El 19 de marzo de 1812, se promulgaba en Cádiz la primera Constitución de la historia de España, de carácter liberal y conocida popularmente como la Pepa. Sin embargo, está Constitución en realidad resultó papel mojado en gran parte del país, ya que España estaba ocupada casi en su totalidad por el ejército napoleónico.
Después de la rendición de las tropas francesas atrincheradas en la plaza fuerte de San Sebastián, y el incendio y saqueo de la ciudad por parte de los «libertadores» ingleses el 31 de agosto de 1813, los vecinos más prominentes de la ciudad se reunieron en la ciudad para impulsar la reconstrucción de ésta. La asamblea de notables, reunida en Zubieta, también acordó, «que se convocara a los vecinos que pudieran ser habidos para publicar y jurar la Constitución y nombrar el nuevo ayuntamiento constitucional».
El 19 de septiembre de 1813, la Constitución fue proclamada entre muestras de entusiasmo en la parroquia de San Vicente. Un fervor popular que no se apagaría durante los siguientes años y que rebautizaría a la Plaza Nueva como veremos más adelante.
6. De Plaza Nueva a Plaza de la Constitución.
Tal era el entusiasmo del consistorio donostiarra hacia la Constitución liberal, que durante el trienio liberal (1820-1823), se decidió renombrar a la plaza más importante de la ciudad, reconstruida en estilo neoclásico en1817, como plaza de la Constitución, denominación que ha llegado con algún altibajo (tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936 y la guerra civil, fue renombrada como plaza 18 de Julio) hasta nuestros días.
7. La Plaza de la Constitución, bastión de los liberales donostiarras.
Sin embargo, la alegría de los liberales no iba a durar mucho, ya que el rey Fernando VII no iba a permitir ningún atismo de modernización del país. Por lo que una coalición de monarquías europeas, liderada por Francia, envió un ejército, conocido como los «Cien mil hijos de San Luís» para restablecer el absolutismo en España.
El 9 de abril de 1823, los «Cien mil hijos de San Luís» rodearon San Sebastián, formándose dos bandos en la ciudad.
El ayuntamiento constitucionalista, tenía su base de operaciones en la plaza de la Constitución, mientras que el realista se reunía en el caserío Miracruz, extramuros de la ciudad. Sin embargo, los liberales poco pudieron hacer ante la superioridad del ejército invasor, por lo que la ciudad acabó por rendirse el 27 de septiembre del mismo año, celebrándolo la facción absolutista destruyendo públicamente la placa con el nombre de plaza de la Constitución.
8. La corporación municipal no estrenó el ayuntamiento hasta el 19 de diciembre de 1832.
Después de que el magnífico ayuntamiento construido por Hércules Torrelli fuese pasto de las llamas, la corporación donostiarra se tuvo que reunir en varias viviendas de la calle de la Trinidad (la única que sobrevivió al infausto 31 de agosto, denominación que por cierto tiene hoy día).
Sin embargo, el 27 de mayo de 1820 se trasladaron al número 5 de la plaza de la Constitución, aunque tuvieron que esperar doce años más para poder reunirse de nuevo en el nuevo edificio de estilo neoclásico, que preside hoy día la plaza de la Constitución.
9. La plaza de la Constitución durante las guerras carlistas.
El rey Fernando VII, con el fin de afianzar su poder en España, instigó la represión contra los liberales, aunque durante sus últimos años de vida, se apoyó en estos para asegurar la regencia de su hija, la futura reina Isabel II, ante las pretensiones al trono de su hermano Carlos María Isidro de Borbón.

Este hecho, simplificándolo mucho, fue el detonante de las guerras carlistas que asolaron el país durante el siglo XIX.
Durante la última de las guerras carlistas, Donostia quedó sitiada por el ejército carlista y sometida a un contínuo bombardeo desde los montes cercanos, por lo que se estableció que los mercados se celebrasen en los «arkupes» o soportales de las plazas de Gipuzkoa y de la Constitución.
En ese ambiente de guerra, cualquier victoria de los liberales, por pequeña que fuera, era celebrada por todo lo alto en la ciudad. Así, cuando los carlistas abandonaron el cerco a Bilbao el 2 de mayo de 1872, se festejó con fuegos artificiales lanzados desde la plaza de la Constitución.
10. La majestuosa escalera del antiguo ayuntamiento.
Si ya el edificio de la antigua Casa Consistorial es magnífico (digo antiguo ya que en 1927, el ayuntamiento se trasladó al edificio del Gran Casino), su interior lo es aún más.
Destacando la majestuosa escalera construida de mármol de varias procedencias, barandilla de bronce y alumbrada por cuatro farolas.
11. El legado del Duque de Mandas.
Actualmente, el edificio del antiguo ayuntamiento funciona como sede de la Biblioteca Central, sobresaliendo la colección de 10.000 libros donada por el Duque de Mandas. En la segunda planta, se encuentra asimismo la Sala del Duque de Mandas, que conserva el artesonado original de madera, siendo seguramente, la bibloteca más bella de la ciudad.
12. La plaza de toros de la Constitución.
Posiblemente, este será el secreto más conocido de la plaza de la Constitución, ya que basta con mirar a los balcones de la plaza, para darnos cuenta de que estos están numerados.
Esto es debido a que antiguamente, en la plaza se celebraban corridas de toros, por lo que las ventanas servían como palcos para ver los toros.
En definitiva, la plaza de la Constitución es uno de los puntos de Donosti que no te puedes perder, un lugar ideal para tomar «un pote» en una de sus numerosas terrazas o en sus «arkupes» y formar parte de la tumultuosa pero increíble historia de la ciudad.
Estuve con mi pareja de entonces, Teresa, en esa maravillosa plaza en 2011, porque era enviado de la agencia nacional de noticias Télam, de la Argentina, al Festival de San Sebastián. Tengo maravillosos recuerdos de las noches en ese lugar, de los pinxos y de las cañas, el vino y el buen trato de la gente del lugar.
Hola Héctor.
¡Me alegra mucho que te gustase vuestra ciudad!
Esa plaza es un sitio muy especial para nosotr@s,donde nos mezclamos los y las donostiarras con l@s visitantes.
Espero que vuelvas pronto por acá para descubrir más rincones de Donostia.
¡Un abrazo!
Me alegra que te interese
Abrazos 🥰🥰
Enhorabuena, sois la única entrada en la que he encontrado la referencia al nombre «Plaza de La Constitución» y su origen en «La Pepa» de 1812.
Da la impresión de olvido «interesado», ya que no aparece ni siquiera en Wikipedia ni webs institucionales.
Kaixo Ángel.
Gracias por tu comentario. Donostia siempre ha estado ligada a las ideas liberales y de ahí que abrazase con tanto entusiasmo la Constitución de 1812.
Defensa de las libertades que pagaría con sangre durante las guerras carlistas que llegaron después.
¡Un abrazo y gracias de nuevo por comentar!