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EL CONVENTO DE SANTA TERESA DE DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN Y SUS SECRETOS.
El convento de Santa Teresa de Donostia-San Sebastián, se encuentra abrazado a las faldas del monte Urgull, junto a la altiva basílica de Santa María del Coro, pasando desapercibido para los miles de personas que hormiguean a diario entre las calles de la Parte Vieja.
En sus entrañas, se esconden las pistas para conocer los orígenes de San Sebastián. Durante una intervención arqueológica, aquí se encontraron los enterramientos más antiguos de la ciudad, así como restos de su pasado romano.
ORÍGENES DEL CONVENTO DE SANTA TERESA
En sus orígenes, aquí se encontraba la basílica de Santa Ana, lugar de reunión del Concejo Municipal hasta finales del siglo XVI.
Los origenes de la basílica de Santa Ana, se remontan por lo menos al siglo XIII, aunque hay quien los sitúa incluso anteriores a la fundación de la villa.
En 1660, la orden de las Carmelitas Descalzas se pudieron instalar y fundar el nuevo Convento, gracias a la herencia de Juan de Amézqueta y su esposa Simona de Lajust.
HISTORIA DEL CONVENTO DE SANTA TERESA
En 1662 se comenzaron las obras para acondicionar el nuevo convento, usándose la cripta bajo la basílica como lugar de sepelio para Simona de Lajust.
Un año después, estas primeras obras de acondicionamiento finalizaron pudiendo entrar a vivir las primeras monjas de clausura.
El 19 de julio de 1663 entraron las Carmelitas Descalzas al que sería su nuevo hogar, en medio de una procesión a la que acudieron los vecinos y las autoridades de la ciudad.
Unos años después, las monjas del convento de Santa Ana (así era llamado en sus inicios) recibieron el apoyo de un nuevo mecenas: Don Miguel de Aristieta.
Gracias a éstas nuevas aportaciones económicas, se pudo encargar al maestro de obras Santiago de Senosiain la construcción de un nuevo convento.
Las complicadas obras, por su ubicación en las faldas de Urgull, comenzaron en el año 1661 y finalizaron en 1691. Para complicar todo aún más, la noche del 7 de diciembre de 1688, un rayo cayó en el polvorín del castillo de la Mota, provocando daños en los templos y viviendas más próximos a Urgull y retrasando las obras del convento de Santa Teresa.
En el fatídico verano de 1813, la nave de la basílica de Santa Ana, que se encontraba integrada en el complejo de Santa Teresa, quedó destruida por la sinrazón de las guerras, perdiéndose una parte de nuestra historia.
En el año 2020 las últimas diez religiosas que quedaban en Santa Teresa abandonaron el convento, terminando con cuatro siglos de presencia de la orden de las Carmelitas Descalzas en Donostia-San Sebastián.
ARQUITECTURA DEL CONVENTO DE SANTA TERESA
Construido con sillares de arenisca, la iglesia del convento tiene planta de cruz latina, destacando en su fachada el campanario reconstruido en 1881.
Aunque varios expertos consideran la reconstrucción del campanario desafortunada, su silueta se ha convertido en una parte indisoluble del perfil de nuestra ciudad.
En 1991 se realizó la última intervención en el conjunto conventual, esta vez a manos del arquitecto José Ignacio Linazasoro y teniendo muy buena aceptación.

El complejo está catalogado con «protección especial» y además posee el Grado A por pertenecer al Conjunto Monumental de la Parte Vieja y Puerto.
INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS
Las intervenciones arqueológicas desarrolladas entre 2001 y 2005, dieron con una necrópolis utilizada entre los siglos X y XV, encontrándose los restos humanos más antiguos de la ciudad, que estaban enterrados en sepulturas de lajas.
Además, ésta intervención arqueológica desenterró restos de cerámica y ladrillos romanos, desentrañando otra pieza del puzle para descubrir el origen de Donostia-San Sebastián.
DIRECCIÓN DEL CONVENTO DE SANTA TERESA